Con grandes científicos “aprendí a apreciar el mundo en el que vivimos”
12-Marzo-2018
Mauricio Rosas Gómez ya traía esa chispita por la ciencia cuando vivió la experiencia del Taller de Ciencia para Jóvenes (TCJ) hace un par de años. Desde ese momento la chispa no ha dejado de crecer, y ha llevado a Mauricio por un camino científico de satisfacciones, como obtener la medalla de bronce en la Olimpiada Internacional de Física 2017.
Organizado anualmente por el CICESE, la UNAM y la UABC, el TCJ busca motivar a los bachilleres participantes para sensibilizarse por el conocimiento y, en el mejor de los casos, seguir una formación científica. Tal es el caso de Mauricio, quien actualmente cursa la licenciatura en Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
En sus propias palabras, la estancia que realizó en el TCJ superó con creces todas sus expectativas. “Cuando vi por primera vez la convocatoria del taller, me pareció demasiado bueno para ser verdad, hasta mi familia sintió desconfianza. Y la cuestión es que el taller sí es demasiado bueno para ser verdad”, compartió.
Estar rodeado de científicos y de estudiantes que tienen el mismo interés por la ciencia, hicieron que esta estancia fuera significativa y llena de aprendizaje para Mauricio. “Para mí eso fue como estar con celebridades, justo mi modelo a seguir, lo que yo aspiro a ser. Me brillaban los ojos al tomar clases de mano de grandes científicos como el Dr. Luis Mochán y el Dr. Adolfo Sánchez Valenzuela, quienes me transmitieron su pasión por la ciencia. Una experiencia mágica fue recorrer los hermosos paisajes de Baja California a través de los ojos de dos apasionados biólogos, Claudia Leyva y Horacio de la Cueva, así como aprender sobre la historia de la Tierra gracias al intrépido geólogo Luis Delgado. Con ellos aprendí a apreciar mejor la naturaleza, el mundo en el que vivimos”, confesó.
Otra aventura apantallante para él fue apreciar el cielo nocturno en la Sierra de San Pedro Mártir. “Ese paisaje tapizado de estrellas, coronado por la Vía Láctea y adornado con estrellas fugaces, lo veía y no lo creía. Me sentí diminuto e insignificante, y a la vez feliz de estar vivo y poder apreciar el majestuoso universo”.
Para él lo más importante fue conocer a tantas personas dedicadas a la ciencia, hizo amigos que hasta hoy conserva. En ocasiones se encuentra con algunos de ellos que también estudian en la Facultad de Ciencias, y cuando otros extalleristas viajan a la Ciudad de México aprovechan para saludarse. “Me sentí identificado desde que llegué, casi todos tenían gustos un tanto similares e interés por la ciencia, así que podía platicar con ellos por horas. Una vez que el taller terminó y desperté en casa al siguiente día, no estaba seguro si la aventura había sido un sueño o si en verdad había ocurrido”, dijo.
Previo al TCJ, Mauricio mostró interés por participar en distintas olimpiadas de física durante la secundaria y la preparatoria; su meta más alta era representar a la Ciudad de México en la Olimpiada Nacional de Física, la cual no logró en el primer intento.
Su determinación lo llevó a prepararse más e intentarlo las veces que fuera necesario, así que el siguiente año fue seleccionado para ir a la olimpiada nacional, cuyo triunfo le otorgó la oportunidad de viajar a Indonesia para participar en la Olimpiada Internacional de Física, donde ganó la medalla de bronce.
“Si bien la olimpiada fue el medio por el que hallé mi camino en la ciencia, el taller me dio todos los pretextos que yo necesitaba para seguir en lo que realmente me gusta”, compartió Mauricio. “En la olimpiada también me enfrenté a esa parte de la ciencia que te destroza, muchas veces no logras lo que esperabas y eso trae frustración. Pero el taller me reconfortó, me hizo recordar lo maravillosa que es la ciencia, y me hizo sentir que ese era exactamente el camino que yo debía seguir”.
¿Qué recomendación das a estudiantes jóvenes que tienen dudas sobre enviar su solicitud para el TCJ?
“Mi recomendación es que no lo duden ni un minuto, no tienen nada que perder, y si no quedan en el primer intento, pueden intentarlo el siguiente año. Yo mismo no fui seleccionado la primera vez que envié mi solicitud, pero eso no me detuvo de intentarlo una segunda ocasión, en la que sí me eligieron”.
Mauricio decidió seguir formándose como científico. Dentro de 10 años, se visualiza terminando su doctorado para después dedicarse a la investigación, ya sea en México o en el extranjero.